La araña de la cruz (Araneus diadematus) se reconoce fácilmente por la cruz blanca de su abdomen. Es muy abundante en los jardines, cercados, setos o en las parras de uva. Por lo general forma las telarañas debajo de hojas y quedan esperando a las presas, que se quedan pegadas, en un abrigo junto a la telaraña pero conectadas por un hilo de señalización que las avisa si algún insecto cae en la tela. Los machos suelen ser de tamaño muy inferior a la hembra y durante el cortejo deben de tener mucho cuidado para no ser devoradas por las hembras. Con los quelíceros paralizan (con un veneno que liberan en la zona detrás de la cabeza de la víctima) a la presa y la envuelven en seda antes de que la araña le extraiga los líquidos corporales. La araña introduce líquidos digestivos en su presa para licuar los tejidos, ya que solo puede ingerir alimento líquido.